viernes, 30 de septiembre de 2016

El origen de nuestra robótica: Los autómatas


  Un autómata es «una máquina que, gracias a dispositivos mecánicos, neumáticos, hidráulicos, eléctricos o electrónicos, es capaz de realizar acciones que imitan las de los seres animados».  
  Esa es la definición, pero, ¿cuál es el dato? ¿A cuánto debemos remontarnos para descubrir a los primeros creadores de estas maravillas artificiales? ¿En dónde podemos verlos? ¿Qué podían hacer?
 
   Aunque hoy en día, consideremos a los robots como algo novedoso, este concepto es sin lugar a dudas, erróneo. Pues por ejemplo, Apolonio de Perga inventó una serie de autómatas musicales impulsados por agua y Ctesibio construyó algo similar con sonido creado por el paso de aire a través de diversos tubos, lo raro es que estas invenciones surgieron antes de lo que creemos, concretamente, en los siglos antes de Cristo.   La mítica Wikipedia habla de ello en uno de sus miles de artículos, y explica algunos detalles acerca de la evolución de tan curioso invento humano. Por lo que recomiendo, que os fijéis atentamente en las fechas mencionadas.    Particularmente, deseo centrar la atención en un tipo de autómatas: los musicales. Pues considero este tema, en concreto, de lo más curioso. Sobre todo si nos remontamos al siglo XVIII.







                     «La pianista»






   
   


    La pasión por recrear al ser humano artificialmente, llevó sin duda a Pierre Jaquet-Droz a desarrollar maravillosas obras automáticas. Tales como "el dibujante" y "el escritor". No obstante, como mencioné anteriormente, este artículo, si se puede considerar como tal, se centra en la música especialmente. 
   Por esto, hablemos de "la pianista", un autómata femenino capaz de tocar más de 2000 piezas en un órgano diseñado especialmente para ella. Su capacidad de dirigir la mirada a las teclas, de mecerse como si respirara y de finalmente hacer una reverencia al terminar, puede, sin duda, dejar impresionado al más escéptico.








                     «El papamoscas» 









   "El papamoscas", quizás no resulte tan espectacular como su rival francesa, sin embargo está aquí por una sencilla razón: es español. 
   Este autómata limita su función a tocar una campana cada vez que transcurren las horas en la catedral de Burgos y a abrir y cerrar la boca. Con ello ameniza el paso de tiempo y da una curiosa imagen al lugar, siempre acompañado de "el martinillo" (el último ejecuta movimientos cada vez que se suceden los cuartos de hora).
                                                              

ESTO HA SIDO TODO POR HOY.
¿Conocéis más autómatas musicales del siglo XVIII?
Si es así, comentadlo y si no sabíais sobre este tema, contadme que os ha parecido.
¡ADIÓS!

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